Pregonero 2015: RAFAEL TROYANO

El mejor lugar para recordar las fiestas del año 2015.
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Pedro G.
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Pregonero 2015: RAFAEL TROYANO

Mensajepor Pedro G. » Jue Abr 16, 2015 11:26 am

El periodista Rafael Troyano pronunciará este domingo a las 13 h. el Pregón 2015 de las Fiestas de Moros y Cristianos de esta localidad en honor de la Virgen de la Cabeza.

     El acto, organizado por el Ayuntamiento de Benamaurel, se celebrará a las 13h en la Plaza Mayor de la localidad con la asistencia de la corporación municipal, la comisión de fiestas, la hermandad patronal, las comparsas de Moros, Cristianos y Pakkos, “papelistas”, reinas entrantes y salientes y los benamaurelenses y visitantes que lo deseen. Al término del acto, los asistentes celebrarán la inminencia de las fiestas con una copa de vino.
     Rafael Troyano, nacido en Benamaurel hace 45 años, es el actual responsable de los Servicios Informativos de Radio Granada y la Cadena Ser en la provincia desde hace dos años. Desde 2000, es Redactor Jefe de esta emisora a la que está vinculado desde hace 25 años.
    Dice sentirse orgulloso de su pueblo y desde las ondas ha difundido “con insistencia cansina” -asegura entre risas- las potencialidades de Benamaurel y especialmente la celebración de las fiestas de Moros y Cristianos.
     Aunque toda su carrera laboral ha estado vinculada a Radio Granada, con una breve incursión en Jaén en una emisora del mismo grupo, en distintas épocas ha ejercido la corresponsalía de las agencias Europa Press, Efe y Servimedia. Durante un corto periodo de tiempo fue corresponsal de El Correo de Andalucía y durante varios años, de ABC y, posteriormente, de El País.
      Durante 12 años, fue editor de informativos de Alhambra RTV y Localia TV; y realizó y presentó el programa nacional “Pistas Blancas” para Localia.

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Re: Pregonero 2015: RAFAEL TROYANO

Mensajepor Pedro G. » Mar Abr 21, 2015 6:12 am

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El pasado domingo tuvo lugar el pregón oficial de las Fiestas de Moros y Cristianos en Benamaurel, en honor a la Virgen de la Cabeza. Para la edición 2015, la Comisión de Fiestas designó como pregonero al periodista de la Cadena Ser, Rafa Troyano.

El acto fue presentado por el también periodista de la Cadena Ser y amigo personal de Rafael Troyano, Eduardo Salamanca, y contó también con la intervención del alcalde de Benamaurel, Francisco Torregrosa. Asistieron al mismo también el resto de la corporación municipal, representantes de las comparsas de cristianos, moros y pakkos del Guardal, representantes de la Hermandad de la Virgen de la Cabeza, las próximas reinas 2015, los papelistas, y los amigos y familiares del pregonero que no querían dejar de compartir este momento tan especial con él.

En una Plaza Mayor de Benamaurel llena de gente y bajo un sol de justicia, Rafael Troyano emocionó a todos los presentes, con un pregón sacado directamente del corazón. Hizo Rafael Troyano un recorrido vivencial por todos los rincones de su pueblo, los de su infancia, recordando a todas las personas que han pasado de una u otra manera por su vida. Describió con pasión y precisión los parajes de Benamaurel, sus barrios, los personajes históricos y, por supuesto, recordó a todas las personas que han marcado su vida.

Recordó especialmente a su padre, Manuel Troyano, fallecido hace pocos meses, momentos que hicieron que se emocionara al evocar este recuerdo, emocionando también a todos los presentes en el pregón.

Muchos fueron los momentos emocionantes de su pregón. Muchos momentos que entrecortaron su voz e hicieron saltar las lágrimas al público presente, que interrumpió en numerosas ocasiones con ovaciones las palabras del pregonero.

Un pregón marcado también por la profunda devoción que Rafael Troyano profesa por la Virgen de la Cabeza, patrona del municipio y el profundo amor que siente por su pueblo, Benamaurel.
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Re: Pregonero 2015: RAFAEL TROYANO

Mensajepor Pedro G. » Mié Abr 22, 2015 10:09 am

Pregón de Fiestas - Benamaurel 2015 
 
“Abril para vivir, abril para cantar. Abril, flor de la vida al corazón. Abril, 
para sentir;  abril para soñar”. 
 
Son los primeros versos de una de las coplas más emotivas y significativas del 
gran  Carlos Cano, que nos vienen a pelo a los benamaurelenses. 
 
ABRIL. Se nos llena la boca con este nombre de mes.  
 
ABRIL. Se nos llena el corazón de sentimientos… y todos ellos hermosos. 
 
ABRIL. Se nos despierta la mente, se nos humedecen los ojos. Esa sola palabra 
despierta nuestro ser más profundo como hijos de este pueblo. 
 
ABRIL… ¡Qué ‘mesecito’ para el bolsillo... y para la salud! ¡Vaya intensidad! 
¿eh? 
 
Este año hemos comenzado muy pronto. Las elecciones… al fin de semana 
siguiente Domingo de Ramos, la Semana Santa, Domingo de Resurrección, San 
León, Domingo de pregón y Domingo de Fiestas. ¿Alguien da más? 
 
Estaría bien que dosificáramos la fiesta, ¿no?  En fin… Nuestro calendario es 
así y Benamaurel está preparado para despertar en abril, con la primavera, 
todo un sinfín de emociones en torno a nuestras tradiciones. 
 
Este calendario vuelve loco a cualquiera. Incluso a mi radio del coche. Casi no 
me da tiempo a cambiar los discos. ¿Para qué quiero comprar el de ningún 
artista… si tras sacar del aparato el CD de villancicos ya meto el de Semana 
Santa?.  
 
Y claro, este año, con todo tan junto, ha sido sacar el de marchas cofrades y 
meter el de marchas moras y cristianas. ¡Esto es un sinvivir! ¡Qué ajetreo, 
madre! ¡Y si a eso le sumas que hay benamaurelenses como yo que somos 
‘muuu’ apretaos, nos nos conformamos que sólo suene “Sisco”, “Chimo” o 
“Paquito Chocolatero” en el coche…¡Sólo con eso no somos lo suficientemente 
‘jartibles’. Además tenemos que tener música festera hasta en el móvil, para 
que cada vez que nos suene el teléfono todo el mundo se entere que esto es 
abril y que los benamaurelenses estamos de fiesta…  
 
Cuánta emoción despierta en un benamaurelense cualquiera de esos acortes. 
Es sonar una marcha mora y soñar con la Alhanda una mañana del último 
domingo de abril. Sueña Paquito el Chocolatero, en especial cuando ya falta 
poco, y veo a todo un cortejo con vistosos trajes bajando por la calle San
León. 
 
La imaginación vuela con estos acordes.  
 
Y nos sirve también para marcar sello, para marcar territorio…

Imaginaros la situación. Mi sobrina Loli en Burdeos de Erasmus. Y vamos a 
recogerla. A las puertas de su residencia universitaria -cual campus 
americano- llega un coche con las ventanillas bajadas y ‘Paquito’ a todo 
trapo. Dentro, mi hermana, la pequeña Angelitas y yo. ¿Qué mejor manera de 
hacernos notar y de hacerte ver, Loli, que Benamaurel estaba allí más cerca 
de tí? ¿Verdad? Fue emocionante... Muy friki, pero emocionante. Lo que yo te 
diga, ‘jartibles…’ 
 
Bueno. Suena cualquiera de esos acordes mágicos de cualquier marcha; te 
llaman por teléfono -por ejemplo- y la melodía te recuerda que ya falta poco. 
Y sueñas, por ejemplo, con las Eras cuando los “Pakkos” van apareciendo el 
lunes por la tarde por la cuesta, como avanzadilla de un excelente desfile con 
aromas casi de mayo y luces del atardecer. 
 
Benamaurel es así. Y los hijos de este pueblo somos así: enamorados de lo 
nuestro. 
 
Estás cambiando la ropa del armario, porque ya comienza a cambiar el 
tiempo, y encuentras un pañuelo de la romería, una chilaba… Todo nos 
recuerda a las fiestas, todo el año. Y cuanto más se acercan, más pica el 
gusanillo. 
 
Miras en la estantería y te encuentras con el librillo de ‘Los Papeles’, o 
cualquiera de las excelentes publicaciones con las que ya contamos sobre 
nuestra gran celebración. 
 
Somos así.  
 
Y cuando me refiero a los hijos de este pueblo, me refiero a quien siente y 
quiere a este pueblo, haya o no nacido aquí. Si Benamaurel se caracteriza por 
algo es por su verdadera hospitalidad. Aquí nadie es extraño. Aquí todo el 
mundo es bienvenido. Y eso, más que nunca, lo cantamos a los cuatro vientos 
en nuestras fiestas, sea en abril o en cualquier momento de nuestro amplio 
calendario patronal desde La Ventica a Las Lavanderas. 
 
¿Por cierto? ¿Dónde narices están las Cuevas de las Lavanderas que jamás 
nadie me ha sabido fijar el lugar? ¿Son La Mancha? Cosas de este pueblo. Cosas 
mías… Como tampoco conozco las minas de azufre ni el Columbario romano… 
¡Antonio, me debes una buena turné por nuestro municipio! ¿eh? 
 
Sonar una marcha, pensar en ABRIL, y que afloren los sentimientos hacia 
nuestro pueblo y nuestras fiestas, es todo uno. Cierras los ojos; abres el 
corazón y la mente… y piensas en Benamaurel. Te emocionas con Benamaurel 
aunque lo estés pisando cada día. 
 
Benamaurel es La Marchita, y Cazamara; Benamaurel es la Alhanda, el Almacil 
y Los Aguilones; Las Maralas y la Cañada de Cúllar; Benamaurel es su remojón 
y la grupina; son sus migas y sus papas “asás” en la lumbre. 

Benamaurel es Cuevas de Luna y Puente Arriba; Huerta Real, Cuevas del 
Negro, La Mancha y La Tobahita. Son las cuevas de las Hafas del Salto y las 
ruinas de Benzalema.  
 
Benamaurel es la eterna doña Carmen sacándole humo a la multicopista de la 
escuela (¿te acuerdas?)  y otra Carmen, la de Ángel el alcalde, enseñándome 
sus fotos y documentos antiguos de la Patrona.  
 
Benamaurel son las casas del Fuerte y el Piñar; y el arroyo del Salar. Son Los 
Trancos y las Cuevas de la Blanca; y el Olivar; el Cortijo Cosio y la Cañada de 
las Langostas. 
 
Benamaurel son nuestros antepasados de un cementerio que felizmente va a 
ser recuperado... y un buen “nochebueno” para la lumbre el 24 de diciembre. 
Benamaurel es el río Cúllar y el río Baza; las Esperillas y Macilate. 
 
Todo eso es Benamaurel.  
 
Es una excursión por la ruta del colesterol muy concurrida en estos tiempos y 
el rezo de un rosario que recuerdo de niño en las terreras de Los Rincones 
cada 25 de marzo. 
 
Es un grupo de amigos comiendo habas con balacao y “salaíllas” en el mismo 
bancal. 
 
Benamaurel es un verano cultural con nuestra banda derramando sones de 
calidad y una reina cristiana más nerviosa que nunca en la fiesta de “Medio 
Año” hasta que su abuelo la abraza y le da paz y tranquilidad. 
 
Benamaurel es un “ángel” ensayando su réplica a Luzbel. Benamaurel es el 
recuerdo de don Nicolás y doña Antoñita -mis grandes maestros-; doña Paquita 
y doña Nati, y su hermano siempre en la botica. 
 
Benamaurel es el tío Miguel “el Matianero” haciendo pleita y mi abuelo Rafael 
rechazando montarse en un coche para visitarnos cada día en San Marcos 
porque andando llegaba antes. 
 
Benamaurel es el Maray y las torres árabes de Castril y Huerta Real. Es el 
recuerdo de doña Alicia y el de todos los servidores públicos que después, en 
la democracia, han trabajado dando lo mejor de sí por nuestro pueblo. 
 
Es un saco de roscas de San León y el arroz de las fiestas del Salto; Es la 
Virgen del Sagrado Corazón de Jesús, San José, la Virgen del Carmen, San 
Agustín y San Isidro Labrador. 
 
Obviamente, Benamaurel es la Cañada de las Nogueras; el cortijo de la 
Tobahia; la Viñas, El Rasmal y el Haufí; la Cañada de Cortes, el Barranco ‘de 
la Rería’ (que siempre he supuesto que provendrá de ‘Barranco de la 
Herrería’) y, como no, San Marcos. Mi San Marcos: el barrio, su gente y el 
Santo. 

Benamaurel es una calle llena de bares con fantásticas tapas; es una antigua 
calle comercial con los muebles de Orencio, la barbería de Jorge, la 
Telefónica con Virginia; el estanco de tus abuelos (Miguel Ángel), la zapatería, 
y una pescadería que aún pervive. 
 
Y Benamaurel es el rey moro y el rey cristiano; son Chencho y Arcadio; los 
papelistas que son y los que han sido… 
 
Benamaurel es Manolo el de los Muñechos y Miguel el de Fernando; es la Loma 
y la Cuesta del Rasmal; es el recuerdo de don Gonzalo y don Gaspar; la tienda 
de Juan el de Teodora y la de Juan el de la Cuesta; los retales de Maruja la de 
Gonzalo y los de Jose María; y los ultramarinos de Rosita y de Luciano. 
 
Benamaurel es la Cañada y las Casillas; es la tuna de Miguel, los coros rocieros 
de la actualidad y el coro parroquial. Es Amancia Burgos y los señores de la 
lápida que apareció en la restauración de la Iglesia. Es el barrio de Las 
Yeseras y los bares de Calderón de la Barca. 
 
Es un dibujo a carboncillo de Francis el médico y una foto de Antonio con 
colores imposibles desde el Collado con la iglesia de fondo y Jabalcón a lo 
lejos. 
 
Benamaurel es un concurso de migas, un castillo hinchable en la calle del 
ferial y el Sapito Loco. Es una matanza con 4 marranos que reúne a toda la 
familia cuando ya hace frío de verdad; y un pasacalles de la agrupación 
Benzalema recogiendo por la misma época a los nuevos músicos. 
 
Benamaurel es la labor callada e impagable de la asociación Esperanza y las 
mujeres mayores haciendo ejercicios que nunca habrían imaginado. 
 
Es un traslado histórico con todas nuestras imágenes devocionales en una 
tarde en la que mi padre empeoró. Es la Virgen de la Cabeza bajando para 
encontrarse con San León y girándose en las Casillas para saludar a mi prima 
Ángela en su silla. 
 
Mi pueblo es una noche de San Juan en el “vado” del Salar; y cualquier acto 
en el Salón Limonchi. 
 
Benamaurel es Celín y Minardo; y unos ‘Papeles’ a caballo en las eras de la 
calle Nueva; o en la actualidad, con el mejor sentido literario y escénico 
posible en la Cañada. 
 
Benamaurel es un castillo de fuegos artificiales una noche de un último 
sábado de abril y un pasacalles para despertarnos un lunes por la mañana tras 
un domingo de romería interminable. 
 
Benamaurel es una novena con la Iglesia repleta y un libro de fiestas 
escudriñado por unos ojos emocionados. Es un bancal de ‘papas’ en la vega, 
un olivar en el secano y un almendro en flor en la carretera de Castril. 

 
Mi pueblo es un envío de alimentos a El Salvador con una excelente respuesta 
y una cuestación contra el cáncer solidaria. Y también es una manifestación 
con eco nacional por una vecina que no queremos que deje de serlo nunca: o 
el tío de las lechugas produciendo hortalizas y trabajo para decenas de 
paisanos. 
 
Benamaurel es un desfile de presentación de las comparsas; una reina que 
sabe que le quedan dos minutos para acabar su reinado; y otra nerviosa para 
ser coronada subiendo por las escaleras de la iglesia.  
 
Es un cruce de banderas y espadas en la consagración; y unas alabardas a 
modo de viejas insignias como recuerdos de una tradición felizmente 
recuperada por don Francisco. 
 
Benamaurel es el recuerdo de don Juan y don Torcuato; es una vigilia pascual 
con una procesión del Resucitado que acaba con Sanjuanillo por los suelos; y 
unas habas en martes para terminarlo todo, cuando ya casi no nos quedan 
fuerzas. 
 
Benamaurel es la barriada de las Cuevas de la Blanca y los numerosos molinos 
y almazaras de las que quedan aún abundantes restos que estaría bien algún 
día conservar. 
 
Mi pueblo es la ilusión de un grupo de músicos ensayando cada día con frío o 
calor; y grupos de familias acogiendo antaño en sus casas a la banda del Ave 
María de Granada para que tocara en las fiestas. 
 
Benamaurel es todo eso.  
 
Y son sus gentes que se afanan cada día por salir adelante convirtiendo a este, 
en un pueblo próspero, más allá de los problemas generales de nuestros días. 
 
Benamaurel es su entorno; sus secanales; su cañadas y su rica vega. 
 
Es su río, que lo conforman las lágrimas que la Sagra le envía a Jabalcón por 
no soportar su forzosa separación geográfica.  
 
Y Benamaurel es su historia, la que creció desde las manos de un rico genovés 
hasta el emblema de la Casa de Alba que hoy da forma a nuestro escudo. 
 
Benamaurel son sus cuevas y su industria. Pero Benamaurel, es, sobretodo, su 
gente.  
 
...Y es su gente solidaria. Su gente trabajadora. Su gente abierta. Su gente 
hospitalaria. Su gente que trabaja todo el año con la ilusión en ahorrar para 
unas fiestas que viven su mejor momento desde que se conformaran hace 
siglos. 

Benamaurel es esa gente que durante meses prepara sus trajes y vende lotería 
para su hermandad o su comparsa. Es esa gente que sueña con ofrecer lo 
mejor de sí en esos cuatro días mágicos de finales de abril. 
 
Benamaurel es la ilusión de una reina, los nervios de un papelista, la emoción 
de una novena... y una devoción compartida. 
 
Benamaurel es todo eso. Y Benamaurel es, cómo no, la Virgen de la Cabeza 
cuyas fiestas me honro hoy en pregonar. 
 
... 
 
Es Ella. La que nos ilumina en esas jornadas festivas ya tan cercanas; la que 
nos acompaña todos los días de nuestra vida, los festivos; los alegres… y los 
sombríos.  
 
Ella, María. La Virgen de la Cabeza. El símbolo de nuestro pueblo. La unión de 
nuestra gente. Referente para grandes y pequeños; creyentes e, incluso, no 
creyentes. Es el germen de nuestra fiesta, el motivo de nuestra alegría, el fin 
de nuestros preparativos y la ilusión de cada abril. 
 
Oh, Madre mía de la Cabeza,  
¡Oh, Virgen pura de nuestros días!, 
que llenas las noches de alegrías 
y alegras con mañanas la tristeza 
 
¡Oh, tú, bella flor entre las flores! 
¡Este tu pueblo, aquí a tu vera 
que espera la nueva primavera 
sintiendo en tu rostro mil amores! 
 
Tú, oh Reina de Benamaurel, 
inflama de amor los corazones,  
que sean por sí dignos pregones 
de la belleza que rindió a Luzbel. 
 
Alivia, madre mía los pesares 
de tus hijos dispersos en el mundo 
para que hagan en pecho profundo 
el más hermoso de los altares 
 
consagrados siempre a tu realeza. 
¡Y este es tu siervo que pregona 
las fiestas en honor de su patrona! 
¡Viva la Virgen de la Cabeza! 
 
--------------------------------------------

Buenas tardes. Bienvenidos. Bienvenidas. Señor alcalde de Benamaurel, 
concejales, Hermandad e Insignias de la Virgen de la Cabeza, sacerdotes de 
nuestra parroquia, directivas de las comparsas; festeros; papelistas, reinas 
salientes y entrantes, amigos y vecinos todos… Querida familia. 
 
Gracias. Mil gracias. No podéis ni imaginar el profundo agradecimiento que 
siento hacia todos vosotros. A quienes me habéis encargado la difícil tarea de 
pregonar vuestras fiestas, nuestras fiestas, mis fiestas. Y quienes habéis 
creído, falsamente, que yo podía estar a la altura de una celebración 
centenaria que cada día estamos engrandeciendo. A quienes me acompañáis 
hoy, ¡gracias de corazón! 
 
Somos herederos de un gran tesoro. Y todos los que estamos aquí, tenemos la 
oportunidad -pero también la obligación- de mantener no sólo la devoción a la 
Virgen de la Cabeza sino el legado antropológico y literario de una fiesta única 
que hoy quiero alabar y difundir a los cuatro vientos. 
 
Gracias Eduardo por tu presentación. Me conoces muy bien. Y yo a ti y a 
Paqui. Nunca se puede olvidar al que te mete en su casa y te da de comer. Y 
vuestra Carreta Rociera es vuestra casa. Amén de nuestros gorroneos varios en 
tardes de asueto. 
 
Gracias amigos ‘granaínos por venir’. Gracias a los componentes de la 
expedición de Ser Cofrade que hoy me acompañais. ¡Cómo me alegráis la 
vida! Os tenéis el cielo ganado por soportarme. Gracias a los que estáis, y a 
los que nos quieren desde la distancia. Gracias Aitana. Gracias Cristina. 
Gracias Mariano por estar aquí hoy. Querido Mariano. Aunque nos veamos de 
uvas a peras, quiero que sepas y quiero que sepan todos que eres uno de los 
pilares éticos de mi vida. 
 
Gracias a todos por este momento tan especial. Gracias a mi familia por 
haberme dado todo para, con mis miserias y mis virtudes, ser hoy como soy.  
 
Gracias por haberme transmitido valores que creo esenciales para mi vida. 
Gracias por haberme transmitido el amor a mi pueblo y a nuestras tradiciones. 
Gracias por vuestra mejor herencia: mi amor a la Virgen de la Cabeza. 
 
Gracias a mi madre, a mi hermana, a mis sobrinas, a Sergio. Gracias Aitor por 
haber llegado para hacernos a todos la vida mucho más feliz. Gracias Enrique 
por estar a mi lado cada jornada de nuestro duro caminar. 
 
Gracias a mi madre que me enseñó de pequeñito que tenía además otra 
Madre. Gracias a quienes me han acercado a Ella se llame Cabeza, Dolores, 
Angustias, Aurora o Rosario. 
 
Gracias a Eduardo y Paqui por adentrarme por los caminos del Rocío. Gracias 
Eduardo por tu Concha y tu pasión albaicinera. Gracias Eli y Rafa por meterme 
de cabeza en vuestra hermandad de la Blanca Paloma. Gracias Enrique por 
contagiarme desde el primer día esa otra devoción personal mía de las 
Marismas. Gracias Sergio por ofrecerme a tu Estrella.
Gracias María por acercarme a la Luz.
Gracias Dani por sentirme hijo de tu Alhambra. Gracias a 
Antonio y a Jorge por cederme un ratito a vuestra Mayor Dolor a quien pude 
acompañar en Roma en el año 2000. Gracias Enrique por tu Merced. Gracias 
Trujillo por tu Caridad. Gracias David, hermano. Gracias por tu Consolación. 
Gracias Jaime por acercarme con tu sensibilidad los amores más escondidos 
de la Semana Santa que tanto nos ocupa. Gracias José Antonio por tu amistad 
y tu bonhomía. Y gracias Elena y Ana por estar aquí, por vuestra amistad y por 
prestarnos a vuestros “comunicadores cofrades”. 
 
Os agradezco que estéis aquí. A todos. Y no estoy loco, no. Gracias también a 
mi padre. Creo firmemente que él nos acompaña aquí y ahora. Como me ha 
acompañado en cada instante de mi existencia. Como os contaba en el libro 
de fiestas, él es ahora el más presente en mi vida aunque esté físicamente 
ausente.  
 
Cuando estos días toque preparar la bandera cristiana de la hermandad, como 
tantas veces hizo mi madre para que él la llevara, él ya no estará físicamente 
aquí; pero si lo podré ver en el actual abanderado. 
 
Y lo veré, porque estará de verdad a nuestro lado, cuando sea Sábado de 
Fiestas y nos acerquemos a cualquier lugar con barullo de preparativos. Allí 
estará él.  
 
Y cuando comience el desfile, estará él y toda la familia despidiendo a las 
reinas en la Cañada, como ocurrió aquel año en el que iba a ser coronada 
Vanessa. Curiosamente fue la única vez que me vestí de moro para acompañar 
a mi sobrina (¡qué guapa ibas!) en ese desfile en el que estaba tan nervioso 
como ella. 
 
 
Qué os voy a contar de nervios a vosotras, las nuevas reinas, Vanessa y Josefa 
María. ¿Cuántas tilas lleváis? Cuántas preocupaciones acumuladas, cuantas 
infusiones bebidas, cuántas ilusiones ya vividas. Y las que quedan... Gracias a 
aquella experiencia sé lo que estáis viviendo. No os perdáis ni un momento de 
esta película que para Jeni y para María Jesús está a punto de acabar. 
 
Cuántos preparativos; cuántos madrugones en plenas fiestas para la 
peluquería, el maquillaje… Cuántos viajes a esos pueblos de Alicante. Escoger 
el vestido, pruebas… 
 
Esto solo lo disfrutáis vosotras y vuestro entorno… Bueno, vuestro entorno, 
también lo sufre un poquito. 
 
Qué ilusión la llegada del traje de una reina. La verdad es que pensar en los 
trajes, elegirlos, buscarlos, que vengan, que nos los probemos… Eso es 
hormigueo y experiencia ilusionante para todos los que nos hemos vestido en 
algún momento en las filas de los Moros, los Pakkos o los Cristianos.  
 
Al final es algo que bulle todo el año. Es un motivo de ilusión durante doce 
meses. Y es que las fiestas comienzan, gracias a los proyectos venideros, 
gracias al trabajo por hacer, gracias al esfuerzo colectivo... cada miércoles de 
resaca. 
 
Aún recuerdo aquel año tan especial... Todos detrás de Vanessa… Cómo 
estaba y cómo disfrutó su madre; cómo disfrutó su padre, cómo disfrutaron 
sus abuelos. 
 
En especial su abuela Adolfina, a la que recuerdo (mama) cosiendo hasta el 
último momento cuando desde muy muy pequeñas tanto Vanessa como Loli se 
vestían tanto de moras como de cristianas para engrandecer la fiesta. Luego 
se hicieron mayores, y solo recuerdo a las tres disfrutando de estos días hasta 
la extenuación. 
 
Por ejemplo, me viene a la mente Loli haciendo la croqueta en Calderón de la 
Barca con sus numerosos amigos llegados desde todos los puntos del país para 
disfrutar de estos días. Porque eso, el comer, beber, y el disfrutar con los 
amigos, también es propio y esencia de nuestra fiesta. 
 
En el mismo momento en el que me propusieron ser pregonero recordé esos 
momentos. Recordé a toda la familia, recordé a mi padre. Justo, papa, el año 
en el que tú no estás, aquí quieren que esté yo. En fin… La vida y sus tiempos. 
 
Pero tu estás con nosotros como estuviste siempre. Como estuviste, como 
estuvimos todos, al lado de tu nieta al año siguiente de su reinado. Qué año 
tan especial aquellas fiestas de 2004. 
 
Era sábado y Vanessa tenía que volver a salir de su casa como reina para 
coronar a su sucesora. Sin embargo, faltaba su madre. Nunca podré olvidar 
aquel pellizco. Mientras Nati, su madrina, y todas las vecinas, acudieron para 
vestirla, tú, padre, te mantuviste firme. Yo no tuve fuerzas para cruzar la 
calle. Mi hermana, tu hija, estaba recién operada en el hospital. En Granada. 
Y su madre, y mi madre, con ella. Qué día tan feliz y tan amargo a la vez. 
 
No podré olvidar nunca aquellas fiestas. Tuvimos que hacer de tripas corazón. 
Estos días he repasado las fotos y te he visto, padre, con tu bandera en la 
escalinata de la iglesia. Junto a la Virgen. Y junto a tu nieta traspasando su 
corona. 
 
Y te he visto saliendo para el Cerro el Domingo por la mañana. Y te he visto 
llegando a la traca de las Casillas, momento que Angelitas y Adolfina pudieron 
vivir gracias a mi teléfono móvil y gracias al teléfono de la casa de Juan Félix. 
María dejó la procesión, entró a su comedor y llamó a una habitación de la 
segunda planta del hospital de Traumatología para que ellas no se perdieran 
ese momento. 
 
Y es que hay momentos muy significativos de nuestras fiestas en los que -
seguro que os pasa- una traca u otro detalle os recuerda algo especial. Para 
mi, los cohetes son el símbolo que más fácilmente me llega de las plegarias de 
los benamaurelenses.  

Por eso, las tracas son para mi momento de especial emoción y hasta de 
oración personal. Con esas ofrendas van muchas ilusiones de nuestros vecinos; 
con las palmas reales suben al cielo nuestras oraciones como incienso, cual 
verso del salmista. 
 
Por eso cada año espero con ansia la bajada de la Virgen por la Alhanda. Por 
eso espero la traca que siempre hemos conocido como ‘la de los Barberos’. 
Por eso siempre espero con ilusión la traca del campo de fútbol, heredera de 
la grande de las Casillas. 
 
Y ahí también te veo ahí, padre. Estando ya enfermo sacaste fuerzas para 
llevar a la Virgen unos metros desde la puerta de tu amigo Juan José el 
carpintero hasta la traca del Control. Y ahí te veré siempre… 
 
... 
 
La Virgen para. Precisamente en ese punto. Frente a la rampa de la zona 
deportiva. La comitiva se detiene. Van a subir al cielo las ofrendas de muchos 
de tus hijos, Madre.  
 
Como herencia de nuestra historia industrial, vinculada a las minas de azufre, 
los hijos de Benamaurel llevamos muy dentro el significado de la pólvora.  
 
La Virgen para. Va a sonar nuestra mayor ofrenda sonora. Se acerca Pedro 
Antonio. Enciende la mecha. Los hijos de Benamaurel contienen el aliento. Es 
nuestra forma de decirle gracias a nuestra Madre. Es nuestra forma de 
celebrar la fiesta. Suenan los petardos. El cohetero hace su trabajo. 
 
SUENA UNA TRACA REAL 
 
Nuestras fiestas son momentos. Son sensaciones. Son colores, lujos, brillo y 
esplendor de nuestros trajes y los desfiles de las comparsas. Son sonidos. Es la 
música de las bandas que nos acompañan. Es la melodía que conforman esos 
cohetes que suben al cielo. 
 
Cuando sea Lunes de Fiestas y pases, Virgen de la Cabeza, por la Cañada 
sonará otra de tus grandes tracas. Y entonces saldrá Eduardo a la puerta de su 
bar. Ahí lo veremos por siempre como parte también de la historia de 
Benamaurel. 
 
Y también te recordaré en ese momento, padre. Ese momento que para 
siempre se ha quedado en mi memoria como aquella oración que elevamos 
juntos al cielo en aquel Lunes de las fiestas de 2002 cuando tu hermana 
Rosalía estaba ya viviendo sus últimos días en el hospital. Otro sentimiento 
unido a la familia y unido a los cohetes de nuestras fiestas. 
 
Y también te recordaré cuando la Virgen suba a la Eras y otro gran estruendo 
se forme en el Collado. En aquel bello lugar desde donde se divisa todo 
nuestro pueblo, casi todos nuestros anejos, casi toda nuestra vega… casi toda 
nuestra comarca. 

 
Allí volverá a sonar otra en Lunes por la tarde y allí estarás tú. Como estuviste 
el año pasado sentado en la silla que te sacó ‘la Mari’ para que esperaras la 
procesión. 
 
Y allí recordaremos aquel Lunes de 2004 en el que Angelitas recibió el alta y 
pudo subir a ver el desfile, a ver a sus hijas, a verte a ti, Virgen de la Cabeza, 
envuelta en un mantón de manila que disimulaba el pijama. 
 
Y te recordaremos, padre, 100 metros más adelante, cuando la procesión baje 
la cuestecilla. Y ahí, cuando el cortejo gira hacia el pueblo, veremos a la 
derecha a tu hermana María Jesús. Ahí aguardaban ella y Urbano a ver pasar a 
la Virgen. 
 
¡Cuántos recuerdos! 
 
Recuerdos que con lo de la traca del Campo de Fútbol me dejé antes, un 
Domingo de fiestas, en ese punto central de la Romería. 
 
Estamos en El Control. Ahí te volveré a echar de menos, padre. Y ahí te veré 
junto a tu hermano Juan Antonio. Quizás este año ya no pueda salir la tita 
María ayudada por el ‘Ñoñi’. Pero los recordaré a ambos, mis padrinos. Y no 
olvidaré el año en el que todos lloramos cuando la tita y el tito se acercaron 
al trono de la Virgen nueve meses después de haber despedido al primo Kiko 
de nuestras vidas. De sus vidas. 
 
Estamos en Cuatro Caminos. Es Domingo de Fiestas y miles de personas se 
agolpan en ese punto. Ya han disfrutado de los Pakkos, que hace rato llegaron 
a la ermita. De los moros… Algunos ya descansansando en el suelo porque no 
pueden más. Los cristianos suben la cuesta de Los Salitres. Y miles de ojos se 
dirigen ahora hacia la Virgen de la Cabeza en ese punto que desde arriba, 
precisamente por ser uno de los de mayor concentración, parece un mar de 
cabezas. 
 
Ya llega Ella a su barrio. Avenida Virgen de la Cabeza. Bueno, en la placa 
pone ‘calle’. ¿Recordáis cuando entraba a las Casillas?  Mama Rosa, no te 
preocupes. No se me olvidará tu docena de cohetes. 
 
En ese punto del desfile miro a la derecha y aquí, padre, también te veo. 
Como en tus últimas fiestas: las del año pasado. Sacaste fuerzas para 
acompañar a la Virgen desde ahí hasta la ermita. 
 
Y entonces, giro la vista al otro lado y veo a la tita Josefa que sale a la 
barantilla de las Casillas blancas. Cierro, los ojos, y por un momento recuerdo 
también ahí apostado al tito Cándido. Y también ahí mismo recuerdo en mi 
mente a Josefa con su hermana Ángela, viendo ésta a sus hijos desfilar. 
¡Cuántos recuerdos! 
 
Os cuento mis recuerdos porque mientras vamos desfilando, mientras que 
vamos con la Virgen, mientras que portamos nuestra insignia o vamos saludando
a los amigos y familiares que hace tiempo que no vemos, nos vamos 
dejando llevar por las sensaciones que otras fiestas han ido dejando como 
huella en nuestro corazón.  
 
Estos son mis recuerdos. Pero seguro que son parecidos a los vuestros. Porque 
nuestras fiestas también sirven para eso. Para aflorar nuestra respectiva 
historia personal. Y amores que nunca dejarán de serlo por mucha ausencia 
física que tengamos que afrontar. 
 
Por eso, padre, el año pasado, también en esa barandilla de las Casillas 
blancas vi a la tita Juana. Y también vi al tito Serafín. Otro padre para mí. 
 
Querida tía. Tu no lo sabes. Nunca me he atrevido a decírtelo. Pero tengo una 
foto guardada del tito Serafín de ese su último Domingo de Fiestas echado en 
la reja. Ya sin fuerzas pero con entereza, junto a sus hermanas Ángela y 
Josefa; junto a ti, Juana y junto a mi hermana, que le quita el sol con una 
sombrilla. 
 
Por eso cuando cada Romería paso por ahí, me acuerdo de él y me acuerdo de 
que dos días después de esa foto nos pasamos el Martes de Fiestas íntegro con 
él en el hospital. Fueron sus últimos días. 
 
... 
 
La Virgen entra en los pinos. ¡Cuántas emociones contenidas!  
 
Otro Domingo de Fiestas más atraviesa el arco y cientos de personas, desde la 
ermita, desde ese punto más elevado, disfrutan del espectáculo de la llegada 
de la comitiva. Aún recuerdo la misa de campaña en el Cerro. Aún recuerdo a 
las familias que comían en el entorno acompañando a la Virgen. 
 
El trono llega a la puerta y Benamaurel hace un corro para la Jura de 
Bandera. Veo al niño de los Barberos y sonrío pensando en que nuestras 
tradiciones están a salvo con las nuevas generaciones. Y cuando veo a Zoilo 
jugarla, veo también a su padre, tantos años abanderado. Y veo a Elvira 
haciendo lo que puede con el trapo. Qué recuerdos, Elvira. Tus “vivas” a la 
Virgen, al pueblo, al alcalde, al cura, a todos... Echo tanto de menos todo eso 
como muestra de una época que ya se fue. 
 
Es Domingo de Fiestas y comemos toda la familia junta en las Casillas. Mis 
abuelos Rosa y Rafael han preparado un buen ágape. Y nos volvemos a reunir 
todos los que podemos. 
 
Y este año, justo dentro de 8 días, volverán a estar ellos con nosotros. Y 
volverás a estar tú también, Manuel, con todos. Y este año, tú también, tito 
José volverás a estar en medio de nosotros compartiendo tu propio vino del 
país. Tita Encarna, no faltes, por favor, porque él no lo hará. Y más este año 
en el que tenemos más cosas que celebrar con una nueva vida de camino. 
 
¡Que dicen las chiquillas que nos las esperéis! Que comen en la barraca...

Las fiestas son recuerdos. Son momentos para compartir con la familia. Y con 
los amigos. ¿Recordáis compañeros cofrades nuestra Passio Benamaurelensis? 
¿Recordáis la olla en pepitoria de mi madre que nos comimos en San Marcos al 
mediodía? Estaba riquísima, mama. ¿Recordáis la particular procesión que 
montaron nuestros Antoñicos? 
 
Son momentos para vivir con los amigos de aquí y con los que vienen de fuera. 
Son momentos para compartir. Para vivir con intensidad. Y para recordar a los 
benamaurelenses ausentes. 
 
…. 
 
Antes animaba a las reinas a vivir estos días exprimiendo hasta el último 
minuto. Cuando Carolina (gracias por tu ayuda, Caro) me llamó para 
comunicarme mi elección como pregonero, pensé en todos esos momentos. 
 
¿Recordáis Paqui, Enrique, Eli, Rafa, Eduardo? Estábamos en tu campo, Edu. 
Me pasé llorando media hora. 
 
Hacía pocas semanas que mi padre se había marchado y ahí estaba yo con esa 
responsabilidad justo cuando él ya no estaba. Pensé en tí, padre. Y también 
pensé en que coincidiría este año tan especial con el de Josefa como reina 
mora. Pensé en tantas cosas… Aquella noche me estallaba la cabeza. Pensé en 
tu abuela Pepa, tan presente siempre en mi vida. Tu no la conociste pero para 
mi fue como una tía más. Y estoy convencido de que ella también estará 
acompañándote en estos días tan especiales para ti, para tu abuelo, para tu 
madre y para toda la familia. Vas a vivir momentos únicos. Aprovéchalos.  
 
Este mensaje también es para ti, Vanessa. No sois las ‘mises’ del pueblo. Sois 
las reinas. Vais a encarnar la ilusión de muchos festeros que, dentro o fuera 
de las filas, van a vivir momentos únicos. 
 
Y yo recordaré todos los vividos con mis sobrinas. Y mis propios momentos 
vestido de cristiano. Recuerdo aquella primera vez disfrazado de mosquetero 
con un traje prestado.  
 
Y recuerdo aquellos primeros vestidos que sirvieron como ilustración de lo que 
podía ser nuestra fiesta allá por 1978. ¿Recordáis aquella vieja foto de dos 
trajes muy básicos hecha como muestra en la biblioteca del colegio?  
 
Recuerdo que mi madre cosió algunos de los primeros trajes de nuestras 
primeras fiestas con desfiles. 
 
Y recuerdo una barraquera de la pequeña Loli que no quería vestirse un 
sábado de fiestas para el desfile con el precioso traje que le había hecho su 
abuela Adolfina y que tantas veces se había probado. 
 
Y recuerdo el desfile tan especial de Angelitas en otras fiestas para el 
recuerdo, unos meses después de haber pasado por un amargo y horroroso trago de salud.
Y recuerdo cómo llevó ella tomado a Aitor en sus primeras 
fiestas como “pakko” con solo seis meses de vida desde la Cañada a la Plaza. 
 
¡Qué momentos, Angelitas! Cómo me ayudó la Virgen a sobrellevar aquellos 
duros días a las puertas de la UCI, donde estábamos todos. Hasta Loli que vino 
de Francia pasando el peor viaje en autobús de su vida. 
 
Cuantas veces tarareé tu himno, Madre de la Cabeza, para poder calmarme 
mientras aguardaba desesperado en el pasillo -como todos- alguna noticia de 
la niña. 
 
Cuántas oraciones por tí, Angelitas. Nuestras y de todos. Cuántas plegarias.  
 
Estoy seguro de que Ella, la Virgen de la Cabeza, te dio fuerzas para salir de 
aquel trance. Estoy convencido de que Ella intercedió ante su Hijo, para que 
los médicos pudieran salvarte.  
 
Estoy convencido de que Ella, como madre, iluminó aquella noche a tu madre 
para estar pendiente de aquella fiebre que no era normal.  
 
Solo una madre, como la Virgen de la Cabeza, pudo iluminar a otra madre 
para que llegara justo a tiempo al hospital en aquella madrugada. La iluminó 
además para que lo hiciera gritando desde la puerta a los médicos el terrible y 
certero diagnóstico.  
 
Solo una madre, como María, puede ayudar a otra madre, como la tuya, como 
mi hermana, a hacer eso. Gracias hermana. Gracias Virgen de la Cabeza. 
 
… 
 
Las fiestas de Benamaurel son recuerdos. Son la visita de los amigos. Son la 
ilusión de un traje espectacular. Son unos ‘Papeles’ inolvidables. Son unos 
papelistas que emocionan. Son el trabajo de mucha gente durante muchos 
meses, a veces en la segunda fila, en el Ayuntamiento, las Comparsas, la 
Hermandad… Son muchos décimos de lotería vendidos… Son la ilusión de las 
insignias anuales, herencia de aquellos benamaurelenses que trabajaban una 
semana en el azufre para costear la fiesta. 
 
Las fiestas de Benamaurel son miles de sensaciones que se agolpan. Son el 
fervor al mirar a la patrona. Son las emociones que provoca una buena marcha 
mora o cristiana. Son los nervios por llegar a tiempo y los sufrimientos por 
vivir -sin poder- otro desfile más cuando ya no sientes ni los pies. 
 
Las fiestas de Benamaurel son un recuerdo de Araceli, gritando ‘vivas’ gitanos 
a la Virgen de la Cabeza, siempre junto a su trono. 
 
Serán siempre el recuerdo de Domingo 'el Meloso';  de Mercedes, la madre de 
los Barberos con su insignia de toda la vida. Es José el “Burrito” y Antonia 'la 
del tío Sordillo' con las otras insignias de flores; y la de Bernardo.
Y es Manuel ‘el de las Eras’, con quien mi padre Manuel tuvo una excelente relación
con la Virgen como devoción compartida. 
 
Son Miguel y Manolo ideando con don Juan, el cura, la fiesta que hoy 
conocemos. Son los recuerdos de mi madre adaptando cada año el traje del 
Ángel. Son los monólogos de un Luzbel resentido con un texto hermosísimo. 
Son la sed de venganza de un rey moro que emociona. Son el llanto 
desesperado de un capitán cristiano arrepentido que nos hace llorar a todos. 
 
Las fiestas de Bemamaurel son las migas tradicionales de la plaza, los 
pregones hasta hace poco desde el balcón del Ayuntamiento, y la coronación 
de las reinas con todo lleno.  
 
Nuestras fiestas son la vistosidad y el esplendor de unos desfiles imposibles en 
número, porque participan más personas de las que podría suministrar un 
pueblo de la dimensión del nuestro. 
 
Las fiestas de Benamaurel son la implicación más completa que he visto en un 
acontecimiento de jóvenes, niños y mayores. Es la acogida generosa de todo 
el mundo a todo el mundo con los brazos abiertos.  
 
Nuestras fiestas son las llamadas de quienes esos días están lejos. Son los 
recuerdos de quienes ya no están. 
 
Son Antonio Troyano, ahora vestido… ahora haciendo fotos por doquier… Son 
las fotos colgadas en la Cañada “que a ver cómo no las compras para que 
luego estén rodando por ahí…” 
 
Nuestra fiesta es una reina mora que va a ver trajes y la para la Guardia Civil 
en un control. “Claro, como somos cinco mujeres en el coche”, dice una… Es 
una familia medio-de-San- Marcos, medio-del-pueblo, ideando cosas para que 
su hija brille en “El Gran Sábado”. 
 
Es una reina cristiana, que como su compañera mora, entra en pánico cuando 
se entera de que cada día de las fiestas tendrá que pasar tres horas en 
peluquería y maquillaje antes de que empiece todo. 
 
Nuestra fiesta es una reina mora que le pregunta cada día a su madre si le 
entrarán los trajes, y que recuerda sus mejores momentos desfilando por El 
Collado. Y es una reina cristiana nerviosa porque justo este viernes de 
vísperas tiene un examen. Y no es por la mañana, no… Por la tarde. Para 
fastidiar más.  
 
Las fiestas de Benamaurel son los momentos de las barracas a rebosar tras los 
desfiles. Son una buena pachanga con todo el mundo detrás con traje o sin 
traje.  
 
Es un castillo de fuegos artificiales animado por una banda de música. Son las 
verbenas en la carpa. Es un chocolate con churros para terminar la noche. Son 
unos buenos pinchitos con una cerveza.

Nuestras fiestas son gente vestida y desfilando que ni conoces… ni falta que 
hace porque aquí todo el mundo es de Benamaurel. 
 
Es una reina mora a la que se le olvida todo lo que tenía pensado decir en su 
presentación de la Fiesta del Medio Año. Y una reina-madre advirtiéndole: 
“Este año nada de cubalibres, Josefa María”. 
 
Son un atardecer con la Virgen pasando por las Eras con la Vega de fondo, con 
la iglesia de fondo y con Jabalcón a los lejos con los ecos de una devoción 
hermana. 
 
Las fiestas de Benamaurel son la suma de pequeños detalles. Es una mujer 
descalza, un devoto andando de rodillas en una madrugada de Domingo de 
abril en los años 70 desde la iglesia a la ermita.  
 
Es una banda recogiendo a una reina en su casa. Es una familia agasajando a 
decenas de personas justo antes de que la niña de la casa salga para 
coronarse. 
 
Nuestras fiestas son banderas ondeando delante del trono de la patrona; 
numerosas bandas de música alcanzando la fibra de las emociones profundas; 
el recuerdo de las carrozas que abrían la Romería hasta el año 77...  
 
Son billetes colgando de una cuerdecilla tras el manto de la Virgen; son un 
puestecillo de recuerdos; un Niño Jesús que mira al pueblo con la cabeza 
girada…  
 
Son una jarana sana en cualquier esquina; una reunión de amigos en la cueva 
de uno de ellos; una invitación para tropecientas personas en tu casa… 
 
Las fiestas de Benamaurel son una visita a la Virgen en su ermita a media 
tarde del Domingo… los Cristianos subiendo solos con la hermandad al Cerro. 
Son los moros bajando por el Bendo el Lunes por la tarde. 
 
Son las batallas de Los Salitres y el Centro de Salud. 
 
Son la emoción de quien mira desde el balcón, de quien engalana su casa 
porque pasa la Virgen. 
 
Son la algarabía de los “Pakkos” por donde pasan. Son los Moros cubriéndose 
la cara tras la batalla perdida. Son la ilusión de los Cristianos por la 
recuperación del botín bendito. Son la entrada a la Plaza de todas las 
escuadras tras la procesión del Lunes por la mañana. 
 
Nuestras fiestas son el recuerdo de cucañas y corridas de cintas para las que 
hoy no habría sitio en un programa continuo y agotador.  

Son los esfuerzos de la Comisión de Fiestas, del Ayuntamiento, de los 
festeros, de las Comparsas, de la hermandad, de la parroquia... por que todo 
salga bien. 
 
Las fiestas son el debate de quién es el pregonero. (Este año no habéis 
acertado, chicos).  
 
Son una retahíla de músicos buscando su sitio para dormir. Es una diana 
floreada que maldita la gracia que hace cuando te acabas de acostar hace 10 
minutos…  
 
Son una bolsa de habas en La Cañada. Es una cronista oficial escudriñando 
toda su vida en los archivos para que conozcamos más de nuestro pasado y 
buscando antaño, en sus ratos libres, patrocinios para el libro de fiestas. 
 
Es un joven historiador que está poniendo patas arriba lo que sabíamos de 
nuestro pueblo y de una tradición centenaria y común con cientos de lugares 
de todo el mundo hispano. 
 
Las fiestas de Benamaurel son una obra de teatro donde la Virgen es un 
personaje más. Es un papelista que anuncia que le sacará las muelas al 
sacristán. Es el trono guardado en la cochera de Lola ‘la de los Muñecos’ 
cuando llueve. Es el olor a pólvora.  
 
Es una suelta de palomas hace seis décadas cuando se coronó esta nueva 
imagen de Navas Parejo.  
 
Es la visita de los Santos Médicos y la Piedad de Baza para acompañarnos el 
Lunes. Es el recuerdo de Amador con su carro de los helados en el Cerro. 
 
Es el coro de Miguel cantando su sevillana a la Patrona de Benamaurel: 
“Somos moros y cristianos y después de este Rescate, todos seremos 
hermanos”. 
 
Es el abrazo a un amigo que ha venido de lejos para quedarse prendado por 
este espectáculo para los sentidos. Es el pequeño ramo de flores que alguien, 
sin poder, deposita el sábado en la reja de la ofrenda. Es un viaje -qué 
menos- en los coches de choque. 
 
Es una pelotera delante del “Tío del Vino”, el lugar más animado de todo el 
ferial. Es una noche hasta las tantas... 
 
Todo eso forma parte de las Fiestas de Moros y Cristianos de Benamaurel en 
honor a la Virgen de la Cabeza.  
 
Y os lo cuento porque me habéis elegido para ello: para que pregone estos 
días grandes que se nos avecinan. Para que os ponga en alerta a los de aquí y 
para que despierte curiosidad atrayente en los de fuera. 
 
Todo esto es parte de la esencia de nuestras fiestas. Aunque después cada uno
 vive las suyas y las guarda para siempre. Con sus momentos buenos y con los 
recuerdos que le marcan. Espero no haberos aburrido con los míos. 
 
Así son nuestras fiestas.  
 
Pero además me gustaría que fueran aún más participativas (por pedir que no 
quede). Que recuperáramos aún más la esencia de la celebración, de la que, 
bien es verdad, que muy poco nos hemos desviado.  
 
Me gustaría que recuperáramos nuestro propio Cascamorras, que se perdió con 
el último benamaurelense que lo encarnó, Ramón ‘el Porras’. 
 
Me gustaría que fueran unas fiestas aún más atrayentes para aún más gente. 
Me gustaría que duraran más días. Bueno… eso no, que no hay cuerpo que lo 
resista. 
 
Me gustaría que se formara un cuerpo de horquilleros y, cómo no, me gustaría 
que se nos reconociera lo que es de justicia: la Coronación Canónica de la 
Virgen de la Cabeza cuyo expediente por ahí estará durmiendo el sueño de lo 
injusto. 
 
Y me gustaría… que todos lo pasáramos bien.  
 
Dejemos, pues, unos días nuestras preocupaciones aparcadas y dediquemos 
unas jornadas a la diversión sana y desenfrenada, perfectamente compatible 
con la tradición y el cuidado de nuestras tradiciones. 
 
Dejémonos llevar, pues. Dejémonos llevar por el peso de nuestra historia. 
Lancémonos a la fiesta, a la convivencia, al compartir.  
 
Vivamos como nunca nuestras Fiestas de Moros y Cristianos. Yo lo haré. Y lo 
haré con todos vosotros, con mis amigos, con mi familia aquí presente… y, 
cómo no, con mi padre, que seguirá estando con nosotros al lado del trono de 
la Virgen de la Cabeza. 
 
Felices fiestas a todos. 
 
¡Viva Benamaurel! 
¡Que vivan nuestras fiestas de Moros y Cristianos! 
¡Vivan nuestras reinas! 
¡Vivan los papelistas! 
¡Vivan todos los festeros! 
¡Viva nuestra hermandad! 
¡Vivan los benamaurelenses! 
¡Viva la Virgen de la Cabeza! 
 
 
Rafael Troyano Valdivieso 
Benamaurel, 19 de abril de 2015
 

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http://www.radiogranada.es/wp-content/uploads/2015/04/Preg%C3%B3n-Fiestas-Benamaurel-2015-por-Rafael-Troyano.pdf

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http://www.radiogranada.es/2015/04/21/emociones-y-recuerdos-de-rafael-troyano-para-pregonar-las-fiestas-de-benamaurel-2015/


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