Por Francisco Arredondo.
Perdonad este atrevimiento. Ni sé ni pretendo hacer de ésto una obra literaria, sólo quiero, buscando en el baul de mis recuerdos, contar algunas de las cosas que pasaron durante mi infancia en este Pueblo porque, quizás, despierte los recuerdos de alguien a quien pueda gustarle.
LOS AMIGOS DE MI INFANCIA
Mis primeros amigos, por proximidad, fueron los de mi barrio en la calle Pinar de Benanamaurel, casi todos de mi misma "quinta":
-Andrés, el de Andrés "el margen", larguirucho y rubio, dicharachero y parlanchín como sigue siendo.
-Miguel Angel Galera, el de Pedro Antonio, serio, fuerte y deportista
-Paco Gómez, tan callado y prudente como inocente, pero de humor negro.
-Hermogenicos, el de Iluminada, inteligente pero pillo.
-Cándido, el de Luis el guarda, grande y bonachón, y su hermano
-Agustín, elegante, buena gente y de inolvidable recuerdo después de su obligada ausencia reciente.
Con todos ellos compartí los primeros juegos de mi infancia: jugábamos "a las casicas", rodeados de gallinas, en nuestros corrales, jugábamos "a la guerra" disparándonos con nuestras manos en forma de pistolas desde cualquier esquina, y "a las bolas", y "a las trompas", y "al balón" con pelotas de trapo, y "al escondite" aquellas noches blancas de verano, de luna llena y de estrellas, mientras nuestras madres "tomaban el fresco" en la puerta.... Y, al final,casi siempre, los juegos acababan en pelea a " tortazos" o "a brazo partido, pero, al día siguiente, como si nada.
Tengo que reconocer que en alguna ocasión, quizás por mi condición económico-familiar inferior, tuve que sufrir alguna envidia, aunque sin ningún resentimiento social ni trauma, cuando llegaban los reyes y algunos de ellos disrutaban de juguetes (bicicletas, balones de cuero...) que para mi eran inalcanzables.
Más tarde, cuando empecé mi actividad escolar, fuí ampliando mi grupo de amigos. Los mejores que recuerdo:
-Alfonso Vázquez, el de la loma, que fue mi primer amigo íntimo, conocedor de "mis secretos" y del que conservo admiración y amistad.
-Angelín el de Mercedes, Angel Campigna, con el que simpre compartí el amor por el Arte y el amor por el Pueblo.
-Angel "el tala", al que siempre admiré por su "tino" con el tirachinas.
-Antonio "el chulo", al que perdí cuando, todavía "zagal", emigró a tierras catalanas y al que no he vuelto a ver.
-Félix, el de la cuesta el río, el más formal, con el que he compartido escuela, fútbol y, después, el amor por las Fiestas.
-Baltasar Pozo, el de Dolores la del horno, inteligente, simpático, ligón, amigo de las mismas canciones y cancioneros del Dúo Dinámico. Hace tiempo que no sé de su vida que la continuó por la zona de Alicante, pero fué uno de mis mejores amigos.
-Bartolo, el del control, que fué, además de un buen amigo, compagnero de colegio, de los mismos equipos de fútbol, de mis magnanas de capota y de mis tarde de paseo.
-Ramón "el congui", mi primo, algo raro pero con el que tuve la suerte de convivir tanto en la "pandilla" como en la familia.
-Fernando el de D. Félix, "el seco", simpático, inteligente, ocurrente y gacioso... y muy llorado por su injusta "separación" en plena juventud.
-Alvaro "el pistolas", gran amigo y compagnero de tantas batallas... Admirador del mismo Maestro, enamorado del mismo Pueblo, de la misma música y de las mismas Fiestas. Ha sido una de la ausencias que más vacío ha dejado en mi corazón en mi vida.
Y los que han sido, y serán siempre, mis mejores amigos:
-Manolo el del casino, con el que tengo muchas deudas tanto económicas como afectivas, y
-Juan Seta, mi amigo-hermano, conocedor de mis gustos, de mis suegnos, de mis secretos y de mis defectos. Con él lo he compartido todo menos el sexo y la mujer, y es al amigo que más quiero por sus inigualables valores y a pesar de su "locura".
Hay más, y que no se enfade nadie porque la lista sería interminable. Pero también merecen estar aquí Fernando el de D. Gaspar, Antonio Troyano que también murió, Angel "el pilo", Agustín "el tronco" y, aunque más jóvenes, Alfonso, Hortensio y mi hermano Bernardo.
Y, !cómo no!, no quiero ser machista, mis amigas: Maribel "la caracoles", Isabel la de Doloricas, Isabel Morata, Rogelia, María la de Orencio, Encarnita la de D. Gaspar, Maricruz.. y la mejor: MI LOLI que es la que tiene todo lo mejor de mi vida (hasta mis hijos).
MI ESCUELA
Pasé por la Escuela, o la Escuela pasó por mí, "sin pena ni gloria", o ,quizás, con más pena que gloria.
La verdad es que no fuí un buen alumno: ni mi timidez ni mi condición me permitían ser ni un alumno travieso ni un mal compagnero pero considero que fuí algo menos que "un alumno poco brillante".
Fuí a la Escuela por primera vez en Cortes porque, por entonces, pasaba más tiempo con mis abuelos maternos que en mi propia casa, y antes de los cinco agnos (que era la dad reglamentaria) porque el maestro era pariente de mi familia. Aquella Escuela era tan triste como el color gris de sus paredes sucias por el tiempo que había pasado sin ser blanqueadas y por el humo del tabaco ("Ideales") que aquel Maestro se fumaba cigarrillo tras cigarrillo. Aquella Escuela olía a polvo acumulado durante agnos, a "rogna" de "zagales" sucios que sólo disfrutaban el agua, el jabón y el estropajo de Fiestas a Fiestas, y al polvo de la tiza que ensuciaba nuestros baberos y nuestros zapatos cada vez que escribíamos en la pizarra. Aquella Escuela era tan fría que para calentar mis manos, llevaba piedras en los bolsillos que habíamos calentado, durante toda la noche, entre las cenizas de la lumbre. Aquella Escuela, repleta de pupitres de madera que dejaban en el centro un estrecho pasillo por el que apenas cabía el Maestro, era tan seria como las caras de Franco y José Antonio cuyas fotos intentaban adornar sus paredes y tan macabra como el crucifijo que colgaba en la pared sobre la cabeza de Maestro, gordo y feo, de voz ronca como fumador empedernido, y lejano como su mirada fría y perdida en el infinito. No debí de aprender mucho en aquella Escela porque, una noche que el Maestro fue a comprar tabaco al estanco de mi abuelo, cuando, éste le preguntó que cómo iba? la respuesta fué "no sabe hacer ni la O con un canuto".
El cambio a la Escuela de Benamaurel, posiblemente por mi timidez, fue un poco traumático, tanto, que ni recuerdo las clases en las que estuve ni los nombres de aquellos primeros maestros. Mi primeros recuerdos de Escuela en Benamaurel se remontan a "la quinta" donde tuve, primero, un Maestro fuerte y rubio, D. Estenislao, que dibujaba muy bien y sabía arreglar nuestros aparatos de radio, y, después, también en "la quinta", a D. Francisco Gavilán, primo hermano de mi padre, que un día le preguntó por mí y obtuvo por respuesta: "pero tú todavía no te has dao cuenta de que tu hijo es subnormal?". Corrían malos tiempos: aunque, pasados ya los agnos malos de la Post-guerra, todavía qedaban algunos coletazos de hambre. Eran los tiempos de la "leche en polvo" que, para conseguir, hacíamos colas en el pasillo de abajo esperando la ración con una jarra de lata en la mano, y, cuando no teníamos agua, la llevábamos directamente a la boca, se nos pegaba la lengua al paladar, y tardábamos minutos en recuperar la palabra. Eran los tiempos del "queso americano", cremoso, de color rancio-amarillento y cuyo sabor ni recuerdo, pero, la lata que lo contenía, era grande y útil para guardar en la casa las legumbres, tanto que, cada una, se sorteaba en la escuela intentando acertar un número que, previamente, el maestro había ocultado.
Pero mi verdadera Escuela fué "la sexta" y, mi mejor Maestro, D. Félix, en la que pasé dos agnos de mi vida: el primero, malo por falta de conocimientos de base y por exigencias extremas del Maestro. Reconozco que aquel método de ensegnanza de "la letra con sangre entra", si efectivo, rayaba un poco lo inhumano: se pegaba ( y las bofetadas eran de las de "dos manos contra dos mejillas"), se insultaba ("hijo de perra", "burro", "mal nacío"...) y se humillaba ("lástima de los marranos que podían haber criado en tu casa con lo que tú has comío"), pero no me quiero recrear ni extender en hechos con personas concretas que tuve que sufrir al presenciarlas. Este fue un primer agno de malos recuerdos: de magnanas de frío camino de la Escuela sujetando la cartera con mis manos de sabagnones, y de miedo escénico por si me preguntaban la lección y no la sabía. Y de algunos buenos: todas las magnanas,antes de entrar, en fila india, cantábamos el "Cara al Sol" y "Arriba Espagna" mientras, alguno de nosotros, sintíendose patriota, alzaba, en el balcón, nuestra bandera. La salida y los juegos en el recreo, las carreras con barcos de papel en la acequia que, entonces, pasaba por delante del colegio, y los partidillos de fútbol en la era de Juan Galera.
Pero fué mi segundo agno en "la sexta" cuando empecé a despuntar como alumno al repetir los mismos conocimientos que había aprendido el anterior. Fué cuando con mis amigos Angel Campigna, Angel "el tala" y Baltasar, me reunía por las tardes, casa de Mercedes, para pintar murales en cartulina y por los que tuvimos un premio provincial. Fué cuando conseguí la beca para venir a estudiar a Granada y, en aquella Escuela, había aprendido tantas matemáticas, tanta literatura, tantas conjugaciones de verbos, tanta ortografía... que mi paso por el internado del Ave María fué un "paseo militar", llegando a ser, modestia aparte y gracias a mi Maestro, el mejor estudiante del Colegio, el mejor de la Provincia y uno de los cinco mejores de Espagna. Por todo ésto, toda mi vida, estaré agradecido al que fué mi mejor Maestro, D. Félix, al que siempre admiré y respeté, y del que aprendí, no sólo las Ciencias y las Letras, sino, sobetodo, el camino y los medios para llegar a ser quien soy.
MI PRIMERA COMUNIÓN:
El día de mi Primera Comunión fué un día alegre y triste.
Tenía 9 agnos y conocía el significado de aquel evento religioso porque
D. Juan Torres, entonces Cura del Pueblo, nos lo había explicado: era como "la puesta de largo" en la Iglesia, ante Dios, a quien íbamos a recibir en Cuerpo y Alma, "renunciando a Satanás, a sus Pompas y a sus Obras". Pero si realmente estaba contento era porque iba a estrenar mi primer traje largo: era un traje gris "de pobre" (entonces los pobres vestíamos de gris en nuestra Primera Comunión. Sin embargo mi hermano Bernardo, que la haría poco tiempo después, iba de blanco porque se conoce que la situación económica familiar pudo haber cambiado). La verdad es que no sentía envidia de mis vecinos que iban, unos de blanco, otros de marinero, y, algunos, hasta de almirante. Pero yo, con mi traje gris, iba por la calle "más ancho que Pancho", repartiendo recordatorios y recibiendo, a cambio, alguna pesetilla de regalo (!catorce pesetas recogí ese día!).
Después de la Misa se nos obsequió con una chocolatada en los bajos del Ayuntamiento (!menuda fiesta!), pero en mi casa no se celebró nada.
En mi placeta, como si trajera algún mensaje del Cielo, cayó una golondrina y, como no podía sóla remontar su vuelo, yo la lancé al aire como sintiéndome duegno de su libertad.
Hacía un día nublado y gris, como reflejo de la tristeza que tenía en mi corazón por la ausencia de mi padre, emigrado en Francia y que me había fallado como me fallaría en algún otro momento importante de mi vida.
Pero aunque aquel día no fuí plenamente feliz, por la noche, cuando dormía, sogné que volaba en una nube blanca que, remolcada por palomas blancas y rodeada de ángeles, me llevaba al Cielo (por lo menos tuve un suegno bonito y FUI LELIZ mientras duró mi suegno).
EL RÍO
Mi Pueblo, desde las hafas, se asoma al río Guardal para disfrutar de la bellleza de su Vega que, en tonos de distintos verdes y amarillos, duerme a sus pies.
En mi infancia, en mi Pueblo, ni había piscina ni se impartían cursos de natación.
Para poder bagnarnos teníamos que esperar que nuestras madres se "echaran la siesta" y,a escondidas, escaparnos para bajar al río, allí donde se enlentecía el agua haciendo recodos y formando remansos. Y, a la vuelta, los castigos y alguna que otra paliza (pero "palos con gusto no duelen").
La natación la aprendíamos en varios cursos a los largo del tiempo:
-Primero, nadábamos "empentando las manos" en los sitios donde el agua no nos "traspasaba".
-Después, con la ayuda de algún amigo que, con sus manos en nuestra barriga, sujetaba nuestro cuerpo a flote sobre el agua mientras practicábamos movimientos con piernas y brazos.
-Luego, ya más sueltos, con "más miedo que verguenza", nos lanzábamos a la aventura de cruzar el remanso a nado.
-Y,al final, desde un improvisado trampolín que podía ser la misma orilla del río o el tronco de algún árbol que sobresalía en el remanso, nos atravíamos a "tirarnos de cabeza", saliendo, no pocas veces, con nuestro pelo lleno de cieno del fondo.
Entonces no había bagnadores. O nos bagnábamos en cazoncillos (que a final había que "escurrir" y secar para que su humedad no nos delatara) o practicábamos nudismo que ahora hubiera estado tan de moda.
Por entonces el río estaba limpio de ramas, juncos y follaje, y no, como ahora, contaminado por aguas residuales, restos de plástico y detergentes. Y lo remansos tenían nombre para poder saber dónde quedar con los amigos: "La grea", "La Orza el Pan", "La Mansa", "La Moralea"....
Pero de todos, los mejores bagnos, y éstos con permiso de nuestra familia, aunque siempre acompagnados de algunas personas mayores, eran los de los días festivos de verano y,sobretodo, los del 18 de Julio (entonces Fiesta Nacional). Íbamos, en "pandilla", con nuestros amigos y amigas, y con merienda, a alguna de la presas del río que tuviera cerca una alameda para aprovechar su sombra. Así y todo, cuando volvíamos por la tarde al Pueblo, veníamos "coloraos como cangrejos".
Y de aquellos bagnos, de aquellas excursiones, surgían amores, algunos sólo amores de verano y, otros, que han sobrevivido al paso de los tiempos.
INFANCIA DE UN MORO DEL HAUFI - RELATOS BREVES
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