Las fiestas de Moros y Cristianos comienzan una andadura hacia su consideración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. El comité ejecutivo de esta iniciativa será presentado en la “Expofiesta” que se celebra el próximo domingo 28 de octubre en Alicante. Las fiestas del sur peninsular estarán representadas por Benamaurel como sede oficial y por el historiador Miguel Ángel Martínez Pozo que ha sido designado como integrante del comité ejecutivo que va a trabajar y coordinar los trabajos e iniciativas que ahora se inician para conseguir que las fiestas de Moros y Cristianos que se celebran por la geografía española, pero especialmente en el levante y sur de España puedan ser declaradas por la UNESCO, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Miguel Ángel Martinez Pozo, autor de varias publicaciones sobre las fiestas de Moros y Cristianos de la Comarca de Baza y coordinador del libro Fiestas de Moros y Cristianos en España, destaca que se trata de unas fiestas con un rico patrimonio inmaterial de la península Ibérica y, por lo tanto, andaluz, estando muchas de ellas declaradas de Interés Turístico Nacional e Internacional o como en el caso de las que se celebran en la comarca bastetana, consideradas “ Huella del Milenio”, con motivo de la celebración del Milenio del Reino de Granada. Galardón que fue recogido por José Sánchez, alcalde de Benamaurel, en marzo de 2011.
La Unión Nacional de Entidades Festeras de Moros y Cristianos (UNDEF) será la encargada de presentar el expediente y solicitud a la UNESCO en nombre de todas las Fiestas de moros y cristianos de España. Ya que la entidad que preside Francisco López Pérez, es la impulsora de la iniciativa, para la que espera contar con la colaboración de todas las localidades donde existen fiestas de Moros y Cristianos que se celebran en España y muchos otros países, entre los que destacan Portugal, Italia, México, Filipinas, El Salvador, Brasil, y algunos otros.
“Un largo camino que acaba de comenzar y que esperemos que llegue a su consecución lo antes posible” señala Martinez Pozo. A la vez que destaca que es en la provincia de Granada, junto con la Comunidad de Valencia, donde se celebran o han celebrado más fiestas de moros y cristianos.
El origen
Según el historiador jienense, Fernández Hervás, la primera victoria cristiana obtenida por Don Pelayo en Covadonga, donde la leyenda dice que Santísima Virgen tuvo una especial intervención, y la ayuda que el apóstol Santiago prestó en la batalla de Clavijo, marcarán el sentimiento religioso de las Fiestas de moros y cristianos, aunque hay que admitir que en un principio tuvieron un origen caballeresco. "Representaciones teatrales, lidias ecuestres y bailes de espadas,… son distintas formas de actuaciones que, designadas como moresmas, morismas, soldadescas, moros y cristianos, danzas, entre otras, se han celebrado desde la Edad Media hasta hoy día en nuestro país”.
El propio Miguel Ángel Martinez Pozo, señala que es conocida, como la más antigua, la celebrada en Lérida en el año 1150, con motivo de la boda entre Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV. “Aunque, según otros historiadores, podríamos encontrar indicios en el Cantar del Mío Cid. En los siglos sucesivos este tipo de celebraciones se fueron extendiendo por todo el territorio nacional, siendo a partir del S. XVI, coincidiendo con la reconquista de Granada, cuando comenzaron a tener mayor auge”.
Episodios históricos posteriores, tales como la constante lucha con el Imperio Turco por el dominio del mar Mediterráneo durante el siglo XVI, la sublevación de los moriscos y su expulsión, la Guerra de la Independencia así como la Guerra de África propiciaron este tipo de fiestas en numerosas poblaciones de toda España. Todo ello llevó a numerosos dramaturgos a tomar como escenario de sus obras las distintas luchas entre los bandos.
En Granada
Martinez Pozo relata que en el siglo XVII se introduce la costumbre de solemnizar la fiesta del Santo Patrón del pueblo o ciudad, con simulacros de moros y cristianos, como son el caso de Caudete (Albacete) en 1617, Alcoi (Alicante) en 1688 y, en la provincia de Granada, Orce en 1639 o Válor.
En el siglo XVIII, este tipo de fiestas tenían una gran importancia, pero durante el reinado de Carlos III muchas desaparecen debido a la promulgación de leyes que prohíben la representación de autos sacramentales (Real Cédula de 11 de junio de 1765), ordenan la disolución de cofradías (Real Cédula de 16 de 1776) y censuran todos los bailes y representaciones en procesiones y atrios de las iglesias. Aquellas de las que se tiene constancia documental que sobrevivieron, como fue el caso de Benamaurel y Zújar en la comarca de Baza, se fortalecieron e intensificaron, con lo que congregaban a numerosos visitantes y se hicieron conocidas y renombradas en décadas posteriores